Cuando era estudiante, mis
compañeros de filología me advirtieron que los economistas eran gente sin
personalidad suficiente para convertirse en contables. Me
pareció una acusación terrible en el momento. Hoy en
día me preocupa menos la personalidad que la eficacia de ambas profesiones.
Los sistemas contables de los que
disponemos en la actualidad tienen serios defectos. Las
evidentes omisiones relacionadas a las entidades que no aparecen en los
balances han contribuido a grandes debacles en el sector privado de la economía
en 2001 y 2007. Nuestras cuentas de ingresos nacionales tienen los mismos
defectos.
Un reciente estudio de Demos
resume esta dilatada preocupación: Los cálculos oficiales del producto
interior bruto ignoran los trabajos no pagados, contabilizan el gasto en
educación como una forma de consumo en lugar de contabilizarlo como una
inversión y pretenden que él agotamiento de nuestras existencias de recursos
naturales, la polución y el cambio climático global son irrelevantes en
nuestros paneles económicos.
Muchos economistas inteligentes
han ofrecido soluciones creativas para hacer frente a estos problemas. El progreso en el aspecto técnico ha sido especialmente notable en unas
reuniones coordinadas de la asociación internacional para la investigación del
la renta y el patrimonio [International Association for Research in Income and
Wealth] y la oficina nacional de investigación económica en [National Bureau of
Economic Research Conference on Research on Income and Wealth] en Cambridge
[EEUU].
Los nuevos descubrimientos
relevantes para la contabilidad de los ingresos nacionales incluían entre
otros, la estimación del valor de la producción doméstica, el capital humano o
la medición del impacto medioambiental y el desarrollo sostenible.
Aunque estos intentos solo
representen un ejercicio de innovación intelectual, debemos disfrutar del
proceso.
Pero la contabilidad de los ingresos nacionales
representa el panel para un juego de gran relevancia en el que los ganadores
actuales odian la mera posibilidad de realizar cambios que puedan dañar su
ventaja.
Consideremos por ejemplo la
insistencia de los republicanos de que la regulación medioambiental de la
industria del carbón está destruyendo trabajos y debilitando la recuperación de
la recesión. Este debate podría ser muy influyente en las próximas elecciones
presidenciales.
La industria del carbón tiene una
larga historia de notables inversiones políticas que se esfuerzan en evitar una
contabilización explicita del impacto medioambiental. En un
artículo publicado en 1995, Clifford Cobb, Ted Halstead y Jonathan Rowe
describieron a un congresista del rico estado en carbón West Virginia mientras
explicaba su fuerte oposición a la medición de los efectos del agotamiento de
los recursos y la polución del aire porque alguien podría decir que “la
industria del carbón no contribuye nada al país”.
Estas palabras resultaron
notablemente proféticas. En un artículo publicado el año pasado
en American Economic Review, los economistas Nicholas Muller, Robert Mendelsohn
y William Nordhaus obtuvieron datos suficientes para evidenciar que los trastornos
de la polución del aire debida a la generación eléctrica con carbón, medidos en
términos como los efectos en la salud, la mortalidad prenatal excedían el valor
añadido de la industria en 2002. Como Paul Krugman ha indicado, el estudio
muestra la gran distancia entre precios de mercado y costes sociales.
También establece un marco para
medir el Impacto Externo Bruto, el cual debería restarse de las mediciones de
valor añadido para alcanzar a una medición del valor añadido neto. En principio, dichas mediciones dichas mediciones podrían extenderse a los
análisis de otras formas de impacto a los humanos y al capital social. Imagina escuchar en las noticias de la tarde sobre Impacto Exterior Bruto
Total a la vez que los datos sobre el Producto Nacional Bruto.
No asumamos que las noticias son
siempre malas. En una actualización reciente de este marco contable,
presentado en las reuniones anteriormente descritas, Nicholas Muller mostró que
el Impacto Exterior Bruto de la polución del aire se redujo entre 2002 y 2008.
La reducción del impacto medioambiental se ha visto favorecida por que las
tecnologías de generación de energía menos contaminantes resultaron más económicas. En otras palabras, la economía rindió mejor durante este periodo de lo que
sugieren las mediciones convencionales.
Desafortunadamente la mayoría de
americanos siguen pensando en sobre la “economía” en los términos que dicta la
economía de mercado, bienes y servicios que se compran y venden. Como resultado, mucha gente acepta las políticas de austeridad del gobierno
en educación y creen que la regulación medioambiental reduce el crecimiento
económico.
Algunos podrían pensar que los
expertos que realizan investigaciones revolucionarias en contabilidad son
demasiado técnicos para obtener la atención del público. El
principal problema se encuentra en la resistencia de las grandes industrias, ya
que amenaza sus beneficios a corto plazo. Nuestro sistema político parece
recompensar las inversiones estratégicas en desinformación.
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